Seguía mi primer año en la facultad combinado con mis pinitos de modelo. Un año de descubrimiento en lo personal y en lo profesional. Primer año de vivir solo sin mi familia y aprendiendo a convivir con dos chicas. Era una etapa de aprendizaje intenso donde no cabía tener pareja. Marta y Laura siempre me estaban presentando amigas y en la facultad había chicas con mucho atractivo pero yo estaba centrado en mis objetivos. Para mi formarme y trabajar era un reto y el daño de las novias de la adolescencia me hacían ser muy racional. No es que fuera pensando en no enamorarme pero me costaba tener pareja y condicionar mi porvenir (mis experiencias eran muy formales y entendía tener pareja como un compromiso clásico de compartir y entregar todo).
Bueno dejaré de justificarme, la cuestión era que no quería engancharme y necesitaba mi espacio para crecer, sentirme realizado y percibir la sensación de pasar de adolescente a adulto.
Determinar mis motivaciones era tan sólo una estrategia para dedicarme de lleno a mis tareas, no obstante no cerraba las posibilidades para disfrutar y salir de fiesta.
Pues bien, en esas andábamos cuando tras la Navidad comenzaron los exámenes y las horas de estudio en casa se comenzaron a hacerse interminables, casi sólo existía el camino de casa a la facultad y más sabiendo que me la jugaba. En esos días las chicas y yo casi no nos veíamos entre la biblioteca y los temidos exámenes.
Una mañana de enero las chicas se fueron a la facultad dejándome la soledad del silencio de la casa para mi. Me senté en el salón recién duchado en vaqueros y un polo blanco que hacía contraste con mi piel morena, mi barba de tres días y mi pelo despeinado… todo predispuesto para comenzar el estudio cuando sonó el timbre… ¿Alguna de las chicas que habrían olvidado la llaves? Pues no. Abrí y apareció una chica de 27 años castaña con mechas, muy sonriente, delgadita pero con curvas que se adivinaban en una sudadera blanca de polo Ralph Lauren y unos vaqueros celestes. En primer momento pensé que venía a vender algo pero no fue así cuando me habló:
«”Hola soy la nueva vecina de vuestro rellano y venía a presentarme, soy Vero ´¿y tú?”» Me pillo un poco de sorpresa pero bueno su sonrisa perfecta y su empatía me hizo despertar de mi letargo y respondí gentilmente.
“Soy Marcos y bueno… vivo con dos compañeras más…” y sin solución de continuidad me plantó dos besos. Me quedé un poco en silencio mientras ella muy animada y despierta me explicaba que se había mudado allí junto su marido con el cual se acaba de casar. En fin, unos recién casados como nuevos vecinos con una chica que hablaba por los codos de forma alegre. Tras las presentaciones y los cumplidos le expliqué que estaba estudiando pero que cuando necesitara algo estábamos a su disposición (menuda educación de cara a la galería para poder volver al estudio). Nos despedimos y cerré la puerta con la fragancia de esa colonia tipo Nenuco.
A la hora de comer les expliqué a las chicas que teníamos unos vecinos nuevos y que deberían presentarse… así que ellas por la tarde estuvieron de visita y confraternizaron con los nuevos vecinos. Una amistad que hizo crecer la confianza y nos acercaba a alguien mayor que nosotros por si teníamos alguna necesidad o problema.
Otra mañana, sin previo aviso Vero volvió a llamar para pedirme si podía ponerle unas luces halógenas ya que su marido no estaba. Yo me dispuse y llevándome unas pequeñas escaleras le instale toda la iluminación del baño mientras ella preparaba café. En esos días, desde la llegada de ellos había crecido más la amistad, la familiaridad o digamos cercanía y las conversaciones eran más directas. En ese café me preguntó por si tenía chica y yo le dije que ahora estaba pasando un poco… mientras yo me reía haciéndole ver que ella estaba en época de disfrutar recién casada… razones que rechazaba explicándome que eso pasaría antes que ahora tras la boda poca chispa quedaba. Yo me partía de risa incrédulo de sus palabras mientras ella bromeaba con mis ocurrencias. La cuestión es que se hacía tarde y le dije a Vero que me volvía a casa a seguir con mis estudios… para mi sorpresa al cerrar la puerta se volvió a abrir y ella sonriente me decía en voz baja que no me había dado las gracias… ella agarró el cuello de mi camisa y me dio un beso en los labios mordiéndome los míos con los suyos… y cerró-…
Fue un momento que para mucho os podría sonar como muy emocionante pero debo deciros que supuso un caos en mi cabeza ¿otra chica con pareja? Puedo aseguraros que no era mi intención seducir a mujeres con novios o maridos, que todo era fruto de la casualidad. Es complicado explicar las sensaciones contrapuestas que giraban dentro de mi cabeza. Admito que el morbo es algo que tenemos todos pero en ese momento me planteaba mi actitud con las chicas y como lograba seducir a chicas con relaciones asentadas. Me sentía confuso pero a la vez atraído. No quiero que penséis que era mi obsesión joder la relación a nadie y que todo esto me pasaba de forma fortuita. Lo puedo ver a día de hoy como afortunado por las experiencias aunque alguno cargará aún con sus cuernos. Bueno, perdón por justificarme tanto pero necesitaba expresar mis sensaciones sobre algo que nunca busqué pero ciertamente me ocurría.
Con el tiempo Vero hizo muy buenas migas con las chicas y aparecía de vez en cuando por casa… sus miradas ya no eran las mismas y se palpaba una cierta tensión entre nosotros que las chicas no llegaban a apreciar…
En una de esas visitas Marta estaba estudiando y Laura andaba en la facultad cuando apareció Vero a pedirme que le ayudara a subir del trastero algunas cajas… y con su linda carita de pena me terminó por convencer… Yo sonreí y bajé con ella…
En el trastero tenían medio ajuar de la boda agolpado en cajas. Organizamos un poco todo y me señaló las cajas que debía subir. Vero sonriente como siempre me preguntó si me había molestado el beso del día que le instalé las luces. Yo le respondí asombrado, diciéndole que ese beso había sido un halago para un chico de sólo dieciocho años y más viniendo una chica tan guapa-… Ella sonrió pícaramente y cerrando la puerta del trastero me susurro “es que estás demasiado bueno…” con ese comentario no había duda que yo no podría controlar mis impulsos y agarrando suave su cintura la atraje hacia a mi y comenzamos a besarnos con desesperación, agarrando su cara con mis manos por sus mejillas mientras nuestras lenguas comenzaban a conocerse con locura… (la tensión sexual no era fruto sólo de mis pensamientos). Ella se sentó en una mesa de carpintería que guardaban en ese trastero. Mientras nos besábamos Vero hablaba entre dientes diciéndome: “me gustas Marcos desde que te vi el primer día…” el deseo se iba desbordando mientras mis manos masajeaba sus tremendas tetas por encima de su jersey (creo que no había estado con una chica con tanta talla… sería más de una 100).
Sin dudarlo levanté el jersey donde aparecieron enmarcados sus enormes senos en un sujetador rosa de encaje que tuve que desabrochar por detrás por ser imposible sacarlas por la copa. Gigantes, con unos pezones rosa muy grandes que comencé a lamerlos… con mi lengua rodeando, humedeciendo y saboreando con destreza- Sus pezones se pusieron duros y brillantes de cada lengüetazo a la vez que Vero echaba su cabeza hacia atrás jadeando y disfrutando…
“Uff Marcos me encantas”… mientras yo abría su pantalón y murmullaba “¡Qué malo eres nene! y yo decía con voz firme “Tú me haces ser así…” pude sacar a duras penas sus jeans por sus piernas y adivinar un tanguita rosa a juego con su sujetador a la vez que mis manos masajeaban sus suaves muslos. Bese sus rodillas y fui bajando por sus muslos escuchando sus jadeos mezclados con su respiración entrecortada. Mis dedos apartaron el hilo de tela que tapaba un coñito depilado, con sus labios brillantes de flujo y su clítoris hinchado y palpitante… no dude en dar un lametazo desde su culo a su clítoris… mordiendo con mis labios su clítoris y lamiéndolo con verdadero deseo. Sus gemidos ahogaban su voz mientras susurraba “Así Marcos, que me gusta…” mientras uno de mis dedos comenzaba a entrar y salir de sus lubricados labios vaginales sin dejar de comerme su clítoris, saboreando el néctar hecho flujo que emanaba de su precioso coñito…. me dijo que parara…
Ella estaba desnuda en la mesa y me abrió el pantalón… besándonos… y metiendo su mano en el bóxer apostilló “Vaya pedazo de polla Marcos…” a la vez que comenzaba a pajearme con cara de ansias… y en ocasiones la rozaba contra su coñito… Yo me acerqué y mi capullo empezó a meter la puntita… ella gritó “Sí cielo fóllame” y abriendo sus piernas se acomodó mi polla… sólo teniendo que mover mis caderas para encajar mi miembro en su coñito… agarrando sus muslos y llegando más y más a fondo.
Nuestros gemidos eran compartidos mientras lo hacíamos con autentico desenfreno. Estaba claro que nos gustábamos bastante y que estábamos haciendo algo que habíamos silenciado desde su llegada.
Notaba como mi preciosa polla era tragada por ese coñito que era un rio caliente de flujo en un polvazo descontrolado de pasión. Puse sus piernas en mis hombros echándola hacia atrás y mi miembro le comenzó a entrar más profundamente mientras se oían en el silencio mis caderas contra sus muslos, el shoff shoff de mis embestidas en su coñito y nuestros jadeos…
Note como sin fuerza me decía que se corría… su cuerpo comenzó a convulsionar de placer con sus piernas temblando y sus gemidos profundos que la dejaban como ida por momentos… enlazaba un orgasmo con otro durante minutos y sin poder expresarse… sólo gozaba, gemía y sonreía a la vez sin dejar de mirarme…
Vero satisfecha se levantó sin dejar de sonreír y se arrodilló agarrando mi miembro empapado en su flujo y mis líquidos, comenzando a lamerla, paseándose mi capullo redondo por su lengua y por momentos engulléndola en su perfecta boca… la sacaba, respiraba, sonreía y aceleraba el ritmo… forma que ya no me permitía aguantarme… y un “me corro” fue como un estallido de placer de mi polla que comenzó a escupir leche en su lengua, en sus labios, en sus mejillas, en su barbilla… sin borrar su sonrisa…
Una sensación de deseo cumplido y complicidad compartida entre nosotros me inundaba… mientras que abríamos unas servilletas guardadas en el trastero y nos limpiábamos rápidamente. Nos vestimos y prometimos que eso no se acabaría allí…
Puede que estuviera mal hacérmelo con una recién casada pero la atracción entre nosotros era más que sexo…
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